Cuando somos niños la vida nos parece tan sencilla, jugar es nuestra oportunidad de aprender, de explorar, de imaginar, de soñar; es hermoso ser niño cuando eres libre de hacer eso y además puedes expresar lo que sientes sin miedo al rechazo.
Si tienes hermanos puedes vivir otras experiencias maravillosas que suman a esa infancia divertida y de aventuras, si creces solo desarrollas tu imaginación al máximo, hablas contigo mismo constantemente y te adaptas al ambiente de adultos que vives diariamente.
Pero tienes que crecer, no sólo en estatura, también tu mente y tus intereses cambian hasta convertirte en lo que eres ahora, eres el conjunto de todas tus experiencias a lo largo de los años, eres lo que escuchaste y viste por mucho tiempo, eres lo que has decidido ser.
Entonces llega esa etapa de la vida en la que trasciendes y te conviertes en madre/padre, y tú mundo cambia, una gran responsabilidad está en tus manos ahora, tendrás que formar a otros seres humanos para la vida y tendrás que hacerlo adaptándote a cada etapa de sus vidas.
Tú, el adulto que con el paso de los años tiene más roles que desempeñar, que ya no sólo juega y estudia como cuando era niño, que ahora tiene responsabilidades que cumplir, como trabajar, administrar, organizar, educar, formar y que por esa gran lista de actividades a veces se olvida que también fue niño y ahora está del otro lado, viendo a sus hijos pedirles tiempo, tiempo de calidad, donde no sólo esté físicamente, sino también su mente y su corazón este con ellos, eso que tanto pedías ahora te lo piden a tí.
Si es complicado dividirse en tanto, pero ¿qué pasa cuando de verdad queremos algo?, buscamos la forma, nos volvemos ingeniosos y lo hacemos, esa actitud nos hace falta todos los días para aprovechar al máximo la infancia de nuestros hijos que pasará igual que la nuestra.
Detente a pensar que es lo que necesitabas de tus padres, eso, justo eso, dáselo a tus hijos, no olvides mantener un equilibrio para que no pases de un extremo a otro, porque también es importante formar, corregir y explicar que hay tiempo para todo, pero cuando estes con ellos entrégate totalmente, suelta el celular, metete en el personaje del juego, vuelve a ser niño y disfruta, que eso se nota, serás más feliz tú y los harás más felices a ellos.
No son los juguetes y todo lo que les puedas comprar lo que van a recordar, serán esas tardes de juegos, esas historias que les contabas, esas aventuras que vivieron juntos y que marcarán sus vidas por completo.
¡Ánimo!, pongámonos creativos y seamos los adultos que necesitábamos en nuestra infancia.