Desde que éramos niñas nos llamaba la atención jugar con muñecos que simulaban ser bebés y nos gustaba cuidarlos, alimentarlos, cambiarles el pañal, llevarlos a todos lados como una buena mamá.

Crecimos, llegaron otros intereses y responsabilidades, como el estudio, los deberes en casa, actividades extraescolares, socializar, etc.

Al convertirnos en adultas nos encontramos con varios caminos, pero de acuerdo a nuestra vocación y misión en la vida nos enfocamos en lo que nos hacía felices en esos momentos.

Algunas decidieron aceptar retos laborales que les dieron satisfacción y su vida es eso, enfocarse únicamente en lograr sus metas profesionales, otras decidieron formar una familia y con su pareja buscan conseguir los objetivos que juntos se han propuesto, mientras unos prefieren viajar solos para hacerlo sin distracciones que retrasen sus avances, otros deciden ser padres y combinar esta etapa con sus trabajos y rutinas.

Cada quien decide cada paso que quiere dar en la vida y esta bien, los porqué de cada paso tienen mucho que ver con la forma en que crecimos, lo que vimos en nuestras familias parentales y en los círculos sociales en los que nos desarrollamos, hay cosas que queremos continuar en nuestras vidas y otras que no queremos llevar a las nuevas etapas.

Sin embargo una de las decisiones más importantes de la vida es ser madre, ya sea con el respaldo y acompañamiento de la pareja o sola, pero sin duda es una decisión, sin importar que fuera o no planeado, decir sí a la maternidad es una preparación no solo en el embarazo, es para toda la vida.

Tener un hijo va más allá, de cuidar, alimentar, vestir y calzar a un niño o niña, es un trabajo que requiere disposición y entrega. Cada etapa será un reto, nos ayudará a entender que no solo se trata de ellos, se trata de nosotras también, pues en el proceso uno se transforma y aprende.

Es importante preguntarse esto cuando se quiere tener un hijo (ya sea el primero o uno más en la familia)

  • ¿Tengo tiempo para atenderlo y educarlo?
  • ¿Le podré dar lo básico necesario (comida, vestido, educación)?
  • ¿Estoy consciente que él o ella también necesitará de mi, al igual que sus hermanos?
  • ¿Realmente seré responsable y me comprometeré con esta importante decisión?

Con estas preguntas pareciera que todo está bajo nuestro control al decir si o no, pero no es asi, a veces sin planearlo sucede, eso humanamente nos desestabiliza pero no es algo negativo, al contrario significa que tenemos mucho que aprender y enseñar, Dios nos bendice al darnos un hijo más aunque no lo hayamos decidido anticipadamente, la decisión viene después cuando nuestro corazón lo recibe y decimos si a esa nueva aventura de ser madre ya sea por primera vez o de nuevo con otro hijo, porque vienen muchos cambios y seguimos trascendiendo.

Es importante mantenerse alerta, conocer a nuestros hijos para orientarlos correctamente, guiarlos y corregirlos con amor, enseñarles la hermandad y trabajo en equipo en la familia, a compartir,  aceptándolos como son, dándoles tiempo de calidad, trabajar en nosotras mismas para poder dar ejemplo y cuando se vuelvan adultos se puedan ver los frutos de nuestro esfuerzo.

Es por eso que ser madre en mi opinión es para valientes, pues no es fácil darse cuenta que tenemos muchas cosas que cambiar por el bien de nuestra familia, pero por amor podemos superar para ser mejores personas para ellos. Lograr ser felices para formar niños felices es una hermosa tarea que requiere la mayor parte de nuestra vida, pero que al final será satisfactorio recordar el camino recorrido y ver que formamos seres humanos que podrán transmitir y mejorar lo que aprendieron con sus propios hijos.

No tengamos miedo, es un bello proceso donde la transformación a veces duele, pero el resultado nos transmitirá paz al final de nuestros días.

Ser tu mamá, mi mayor alegría.

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